El sector lácteo es conocido por su capacidad de adaptación y resiliencia ante los desafíos constantes que presenta la producción de leche. Nicolás Fissore, del Establecimiento Don Alfredo, es un ejemplo de cómo la innovación y la determinación pueden convertir un desastre en una oportunidad de crecimiento. Su caso fue uno de los dos elegidos por la organización del Congreso Internacional de Innovación Láctea (CIIL), para el panel “Clínica de casos: preparar el terreno para innovar”.
La historia de los Fissore en el negocio de la lechería comenzó en los años 80, cuando el abuelo de Nicolás estableció un tambo modelo para la época. Sin embargo, tras vender ese tambo en los años 90, la familia Fissore se encontró con una peculiar condición al adquirir un nuevo campo: debían comprar las 48 vacas que allí pastaban. La decisión de apostar nuevamente por la lechería no fue fácil, pero demostró ser acertada a lo largo de los años.
Todo cambió en el año 2008, cuando una tormenta de granizo y viento asoló el establecimiento, destruyendo prácticamente todos los recursos. La situación parecía desesperada: ni pasto, ni cosecha, ni vacas en condiciones óptimas. Sin embargo, en medio de la adversidad, la familia Fissore decidió encerrar a las vacas y cambiar radicalmente su enfoque.
La decisión de encerrar al ganado marcó un punto de inflexión en la historia de Don Alfredo. La eficiencia productiva aumentó significativamente, y Nicolás Fissore, quien había dejado sus estudios para trabajar en el campo, comenzó a involucrarse aún más en la gestión del negocio. A través de charlas y aprendizajes compartidos con otros productores, comenzaron a implementar tecnologías y estrategias innovadoras.
Uno de los cambios más notables fue la implementación de un plan nutricional más completo y detallado. Con la asesoría de un nutricionista, comenzaron a ofrecer a las vacas proteínas y subproductos que compensaran la falta de pasto en el encierro. Esto resultó en un aumento significativo en la producción de leche, pasando de 17 litros por vaca al año en 2008 a 30-35 litros en 2013.
La adopción de tecnologías como la medición electrónica individual de las vacas permitió evaluar el rendimiento de cada animal y tomar decisiones basadas en datos concretos. La inversión en galpones con camas frías también contribuyó a mantener la producción de leche más estable durante todo el año, evitando los descensos bruscos causados por el estrés calórico y las condiciones adversas.
En la actualidad, el Establecimiento Don Alfredo cuenta con 680 vacas y produce en promedio 41.5 litros por vaca al año. La tasa de premios es del 26%, y han logrado reducir significativamente la mortalidad en la cría y la incidencia de enfermedades en las vacas adultas. Con un equipo de 40 empleados divididos en áreas de administración, recursos humanos, mantenimiento, agricultura y asesoramiento, el enfoque en el trabajo en equipo y la constante supervisión de los objetivos financieros han sido clave para el éxito continuo de la empresa.
La historia de Nicolás Fissore y el Establecimiento Don Alfredo es un testimonio de cómo la innovación y la adaptabilidad pueden convertir la adversidad en una oportunidad de crecimiento. Además de la de él, los asistentes al CIIL compartieron la historia de Jorge Olmedo, de Establecimiento La Fayuca.
En el caso de Olmedo, contó que el La Fayuca se estableció hace aproximadamente 20 años, y desde entonces ha enfrentado diversos desafíos y cambios en el entorno de la producción lechera. Jorge Olmedo destaca la importancia de la innovación en el contexto de un negocio que se enfoca en la producción de commodities, donde la mejora de procesos operativos desempeña un papel crucial.
La empresa aborda múltiples aspectos de la producción láctea, desde la agricultura hasta la reproducción, la nutrición y el ordeño. Esta diversificación de actividades conlleva una complejidad adicional en la gestión de procesos y la toma de decisiones. La adaptabilidad y la búsqueda de eficiencia se han convertido en una parte integral de la operación de La Fayuca.
Uno de los cambios más notables en la empresa ocurrió hace aproximadamente seis o siete años, cuando incursionaron en la robótica. Implementaron un tambor robótico y adoptaron una variedad de sensores y sistemas de recopilación de datos. Si bien estas tecnologías brindaron nuevas oportunidades, también plantearon desafíos en términos de cómo adaptar la estructura de la empresa y repensar los procesos operativos para aprovechar al máximo estas innovaciones.
Jorge Olmedo enfatiza que la innovación no se trata solo de creatividad, sino de generar valor real para la empresa. Cada cambio y mejora debe traducirse en resultados positivos y en una mayor eficiencia en el negocio global.
En cuanto a los resultados concretos de Establecimiento La Fayuca, Olmedo menciona que han experimentado fracasos a lo largo de los años, pero han cultivado una cultura organizativa que valora el aprendizaje a través del fracaso. Consideran el fracaso como una fuente de aprendizaje y lo utilizan para impulsar mejoras continuas en sus procesos y operaciones.
La empresa maneja aproximadamente mil vacas en ordeña, con una reducción de 200 vacas durante la temporada seca. Operan un tambo robótico con 300 vacas y otro convencional con 750 vacas. La producción total de leche alcanza los 33,000 litros. Además de la lechería, Establecimiento La Fayuca se involucra en actividades agrícolas, producción de carne y olivos, diversificando aún más sus operaciones.
A través de la implementación de tecnologías, la toma de decisiones basada en datos y el trabajo en equipo, han logrado no solo recuperarse de una tormenta devastadora, sino también prosperar en el competitivo sector lácteo. Un ejemplo inspirador para todos aquellos que enfrentan desafíos en sus negocios agrícolas.