Según un reciente reporte de la Bolsa de Comercio de Rosario, las lluvias importantes no han llegado en el momento crítico del trigo, afectando el rendimiento del cultivo. La primera estimación para la campaña 2024/25 ubica la producción de trigo argentino en 19,5 millones de toneladas, un millón menos de lo esperado al inicio de la siembra.
La falta de precipitaciones ha sido compleja desde el mes de mayo. Si bien el otoño trajo buenas reservas de agua, la escasez de lluvias en gran parte de la región pampeana ha puesto en riesgo el potencial del cultivo, con provincias como Santa Fe, Córdoba y parte del noroeste bonaerense en condiciones críticas.
Cristian Russo, director de Estimaciones Agrícolas de la BCR, explicó que las tormentas recientes en áreas como el centro-norte de Córdoba y Santa Fe no fueron suficientes para mejorar sustancialmente las reservas de humedad, que aún se encuentran por debajo de los niveles óptimos. “Para lograr condiciones adecuadas, se necesitan entre 120 y 180 mm de lluvia, y aunque hubo algunas tormentas, las áreas más afectadas siguen en rojo”, señaló Russo.
El reporte señala que, si bien la campaña comenzó con buenas condiciones de humedad, el déficit hídrico desde mayo ha dejado aproximadamente el 40% del área sembrada en condiciones regulares a malas. Esto equivale a unas 2,7 millones de hectáreas en riesgo, con áreas que podrían quedar sin cosecha, estimadas en unas 310.000 hectáreas.
La provincia de Buenos Aires ha sido una excepción a la regla, con mejores condiciones climáticas en el este de la provincia, lo que permitiría alcanzar rindes muy elevados, especialmente en el sudeste bonaerense, donde se espera un rendimiento de 37 quintales por hectárea.
Sin embargo, el escenario es muy distinto en otras provincias. En Córdoba, los rendimientos promedio se estiman en 27 quintales por hectárea, mientras que en Santa Fe se proyecta un rinde de 28,9 quintales. Ambas provincias ya están descontando superficie de trigo debido a la sequía.
El trigo argentino en números
Con un área sembrada de 6,7 millones de hectáreas, la estimación actual de 19,5 millones de toneladas representa un aumento del 31% respecto a la cosecha de la campaña pasada, que fue de 14,5 millones de toneladas. No obstante, las expectativas siguen siendo cautelosas debido a la volatilidad climática que persiste.