Con el final del octubre y el advenimiento de noviembre, las ansiadas lluvias finalmente llegaron a la región pampeana, prometiendo un alivio muy esperado para el campo. Pero esta bendición ha traído consigo una problemática que golpea al corazón del sector ganadero: según informó recientemente Rosgan a través de su Lote de Noticias, la súbita crecida de los ríos ha forzado la evacuación de millones de cabezas de ganado, creando una emergencia para los productores rurales.
La Sociedad Rural Argentina ha emitido un informe que pone de manifiesto la gravedad de la situación, indicando que más de 5 millones de cabezas podrían verse afectadas, lo que representa cerca del 10% del stock nacional. Entre Ríos es la provincia más golpeada, con 1,7 millones de animales en riesgo, seguida por Corrientes con 1,4 millones y Santa Fe con aproximadamente 1 millón. Sin embargo, la lista continúa con Chaco, Misiones y Buenos Aires, todas ellas enfrentando el embate de las aguas.
Este desafío llega en un momento crítico, pues aunque la lluvia es un alivio tras la sequía, la infraestructura del campo no está preparada para una transición tan abrupta. Los campos altos no pueden soportar un incremento rápido de animales, y en muchos casos, tras las lluvias, hay una restricción aún mayor debido a la recuperación del forraje y la siembra de cultivos estacionales.
Frente a la falta de campos, los feedlots se convierten en una alternativa crucial. A la fecha del 1 de noviembre, el SENASA reportó un total de 1.801.730 cabezas en estos sistemas de engorde intensivo, un número que, aunque en descenso, aún supera en un 5% al del año pasado. Este año ha visto un incremento del 12% en comparación con el mismo período del 2022, una clara señal de cómo el clima extremo está forzando cambios en las prácticas ganaderas tradicionales.
La actual transición climática de La Niña a El Niño trae consigo incertidumbre y, posiblemente, más movimientos de ganado hacia los corrales de engorde, en un momento donde tradicionalmente deberían estar disminuyendo. La situación es un desafío tanto para los productores como para toda la cadena agroindustrial, la cual se verá inevitablemente impactada.
Los productores de Argentina, enfrentando una situación climática de extremos, deben ahora navegar entre las aguas de la recuperación y el riesgo, demostrando una vez más la resilencia y adaptabilidad que los ha caracterizado históricamente en uno de los sectores más vitales de la economía del país.