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Ganadería y Cambio Climático: El desafío de convertir una amenaza en oportunidad

En medio de un mundo en constante cambio y reestructuración, es importante destacar los progresos que se están realizando en áreas cruciales que nos obligan a pensar en el largo plazo
21 de diciembre de 2023

Diciembre es el momento de hacer balances, de reflexionar sobre los avances logrados y los desafíos que tenemos por delante. En medio de un mundo en constante cambio y reestructuración, es importante destacar los progresos que se están realizando en áreas cruciales que nos obligan a pensar en el largo plazo. Uno de esos ámbitos cruciales es la lucha contra el cambio climático, y es fundamental reconocer el reciente avance en esta dirección.

La última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP28, que tuvo lugar en Dubai, concluyó con un acuerdo histórico: el compromiso global de abandonar gradualmente el uso de combustibles fósiles. Este acuerdo representa un hito en la historia de las negociaciones climáticas de la ONU, ya que por primera vez se abordó de manera directa el impacto de los combustibles fósiles en el cambio climático.

Otro acuerdo de gran relevancia para países como Argentina, que desempeñan un papel crucial en la producción de alimentos, es la declaración voluntaria firmada por 134 países. En esta declaración, los países se comprometen a dar un papel más destacado a la agricultura en sus planes climáticos y a aumentar la reducción de emisiones relacionadas con la producción y el consumo de alimentos.

Pero, ¿qué sabemos hasta ahora sobre los impactos de la producción de alimentos, en particular la ganadería, en el clima? ¿Cómo nos enfrentamos a estos desafíos como sector?

Un artículo reciente titulado “Ganadería Bovina y Cambio Climático en las Américas: Hacia Modelos de Desarrollo Bajos en Carbono,” elaborado por Ernesto Viglizzo para el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), arroja luz sobre esta problemática.

Viglizzo comienza abordando el dilema que enfrenta la ganadería en la región: su papel como proveedora global de alimentos de origen animal y la creciente preocupación sobre su impacto en el clima debido a las emisiones de gases de efecto invernadero. Un error fundamental que se destaca es la generalización de estas mediciones, sin tener en cuenta la heterogeneidad de los diferentes sistemas de producción ganadera.

La ganadería comprende una variedad de sistemas, desde pastoreo natural extensivo con bajas emisiones de carbono por hectárea hasta sistemas intensivos de engorde en confinamiento con emisiones mucho más altas. La generalización a la hora de aplicar restricciones comerciales pasa por alto estas diferencias.

En Argentina, entre el 65% y el 70% de la ganadería proviene de sistemas mayormente pastoriles, lo que podría ser una ventaja estratégica si se aborda adecuadamente.

Viglizzo también se enfoca en cómo se mide el impacto de la actividad ganadera. La “Huella de Carbono,” utilizada por muchos países importadores en sus políticas comerciales, se basa en un criterio de emisiones acumulativas a lo largo de todo el ciclo de vida del producto, lo que sobrecarga a la producción primaria.

El “Balance de Carbono,” en cambio, analiza la economía del carbono en el sistema predial y no por tonelada de carne producida, centrándose en la captura y almacenamiento de carbono en la hectárea de tierra utilizada. Este cambio de enfoque permite evaluar la actuación individual de cada productor.

Cambiar el foco de medición implica no solo una honestidad intelectual por parte de la comunidad científica y comercial, sino también la responsabilidad individual de cada actor en la cadena productiva. Además, podría abrir la puerta a incentivos comerciales para quienes contribuyan a reducir emisiones, fomentando el desarrollo de tecnologías y prácticas sostenibles.

En lugar de imponer restricciones comerciales generales, la creciente demanda mundial de alimentos necesita soluciones que promuevan la libertad de comercio, siempre y cuando se cumplan estrictas responsabilidades ambientales individuales.

En resumen, la solución no radica en dejar de consumir carne para combatir el cambio climático, sino en convertirnos en protagonistas de un cambio que nos permita alimentar al mundo de manera responsable y sostenible con el medio ambiente. La ganadería puede ser parte de la solución si se aborda con inteligencia y responsabilidad a nivel individual y colectivo.

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