El problema de la deuda no es nuevo en Argentina. Lo que sí resulta una novedad son ciertos debates que surgen, por lo que resulta importante contar con información fidedigna que permita generar puntos de partida común. Dicha tarea fue realizada por los equipos técnicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, que analizaron la evolución de la deuda externa y doméstica a nivel nacional.
Para facilitar la comprensión del informe -cuyo documento completo puede accederse desde este enlace-, se facilita el siguiente artículo, en el que se resumen cinco puntos clave:
1) Año a año, ¿cómo creció la deuda, tanto en pesos como en dólares?
Al analizar la deuda de la Administración Central en términos históricos, desde 2004 -cuando tocó un piso- se observa un sendero creciente y prácticamente sin pausa, salvo años particulares como 2005, 2010 y 2019.
De igual manera, el porcentaje dolarizado de la deuda tuvo su mínimo en 2005 y desde allí no paró de crecer, registrando su punto máximo en 2019. En los últimos tres años, en tanto, atraviesa un sendero levemente decreciente.
2) ¿Cómo fue la evolución deuda/PIB desde 2004 a la fecha?
Hasta el año 2011 hubo un proceso de desendeudamiento relativo muy importante debido a que la economía creció de forma sostenida tras la salida de la crisis de la convertibilidad.
Desde el 2012, el ratio deuda/PIB retomó un sendero ascendente y se duplicó desde entonces, al igual que lo hizo en términos absolutos.
3) ¿Qué pasó en cada una de las últimas gestiones?
Desde 2018, la deuda bruta total se ha incrementado de forma creciente y, particularmente, desde 2012 también en términos del PIB.
Desde el año 2016 la deuda bruta se incrementó en u$s 155.890: u$s 82.400 millones durante la gestión de Mauricio Macri (prácticamente su totalidad en moneda dura) y u$s 73.490 millones en la actual presidencia de Alberto Fernández (el 81% de la misma en pesos, aunque con una estructura de vencimientos de muy corto plazo que no brinda estabilidad).
4) ¿Cuál es el perfil de los vencimientos futuros?
En 2023 vencen u$s 130.798 millones incluyendo deuda en dólares y en pesos (pero valuada en moneda extranjera) según datos al 31 de diciembre de 2022. Una alta proporción de los vencimientos corresponde al concepto “resto de títulos públicos y letras”, que es mayormente deuda en pesos contraída por el Tesoro. El problema es que Argentina tiene dificultades notorias para contraer deuda de largo plazo, aspecto clave para mantener la estabilidad macroeconómica. Luego, en este año se registran importantes vencimientos de adelantos transitorios del Tesoro con el BCRA los cuales tienen mayor facilidad de “rolear” hacia el futuro.
Respecto a los compromisos con el FMI, están cubiertos este año con los desembolsos trimestrales que va realizando el organismo luego de cada revisión, aunque aún no hay mayores noticias en cuanto a cómo avanza la renegociación del acuerdo dado que se incumplieron las metas y hay riesgos con la efectivización de los próximos desembolsos en caso de no readecuar las metas establecidas.
De cara al 2024, el próximo gobierno se encontrará muy próximo a vencimientos importantes de capital e intereses de deuda pública externa con acreedores privados, acordados en la renegociación del ex ministro de economía Martín Guzmán. El punto crítico es que el Banco Central no logró acumular reservas de forma sostenida y la deuda es de difícil repago con el actual flujo de fondos pactado.
En el siguiente gráfico puede observarse con precisión cuáles son los vencimientos desde hoy y hasta 2041:
5) ¿Qué desequilibrios llevaron a la situación actual?
Para analizar la situación actual, debe evaluarse la trayectoria fiscal con sus formas de financiamiento y el resultado del sector externo. Ambos elementos tienen implicancias directas en la evolución de la deuda, las reservas internacionales y los pasivos monetarios. Algunas conclusiones del informe incluyen:
• El Sector Público Nacional hace más de una década que no registra superávit fiscal, con una demanda persistente de asistencia del BCRA
• Desde el año 2011 Argentina no logra acumular reservas de forma sostenida ante un gran deterioro de la cuenta corriente cambiaria y una inestable cuenta financiera
• Las consecuencias de los descalabros monetarios y del sector externo son una inflación que está en el punto máximo desde 1990