Transformar la realidad de un país o una gran ciudad puede parecer una misión imposible. Inabordable. ¿Por dónde empezar? ¿A qué herramientas recurrir? Eduardo Galeano dijo alguna vez que “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. La frase que se le atribuye al escritor uruguayo bien podría aplicarse al rol que las asociaciones vecinales tienen en el entramado social urbano. Estas organizaciones promueven la generación de vínculos entre personas que habitan una misma comunidad y permiten pensar en conjunto acciones para mejorar la vida en un espacio determinado.
“Estos son los lugares donde uno puede cambiar la realidad concreta. Estás cambiando la plaza de tu barrio. Estás arreglando la calle de tu barrio. Estás a aportando a tu barrio, que es tu realidad más próxima y los vecinos sienten que lo que hacen tiene resultados. Lo importante es estar unidos”, asegura Melisa Herrero, referente de la Vecinal Maradona, que abarca los barrios Luis Agote y Pichincha, en Rosario.
“Un eje fundamental que tiene esta vecinal es recuperar el espacio público, que el vecino se pueda sentir seguro para tomar un mate en la vereda o hacer una actividad en la calle”, asegura la referente de la asociación que en 2021 participó del Programa de Aceleración de Organizaciones de la Sociedad Civil, que impulsa la Fundación Bolsa de Comercio de Rosario desde 2018.
Entre las acciones destacadas desarrolladas por la vecinal se puede mencionar las obras para mejorar la zona de juegos de la Plaza de las Américas, frente a la escuela Gurruchaga; la creación de un “Corredor lúdico”, con espacios para juegos e ilustraciones o las “Noches de Cafferatta”, una iniciativa realizada junto a comerciantes de esa arteria rosarina.
Pero fue en el programa de la Fundación BCR donde la entidad desarrolló uno de sus proyectos insignias: conformar una red para que Luis Agote sea el primer barrio sustentable de la ciudad. “En noviembre de 2022 realizamos el primer festival sustentable del barrio, que tuvo por objetivo dar a conocer la iniciativa a la comunidad”, explica Natalia Álvarez, integrante de la Vecinal que prefiere ir más allá de los reclamos y moverse en el terreno de las propuestas constructivas.
“Sabemos que el desarrollo de un barrio sustentable es un gran desafío, pero tenemos la convicción de comenzar. En función de eso llevamos adelante acciones de concientización con otras instituciones del barrio como clubes, cooperadoras de escuelas y comercios. Los hábitos cotidianos que podemos realizar en nuestras casas para contribuir con la conservación del medio ambiente”, detalla.
Además de las jornadas de concientización, en conjunto con otras organizaciones, también realzan jornadas de castración y vacunación animal y acciones para comunicar casos de éxito de locales del barrio que tienen políticas activas de reciclaje y separación en origen.
El Complejo Educativo Dr. Francisco Gurruchaga, las escuelas N° 90 y Pedro Goyena, junto a clubes y comercios conforman una red clave para que la vecinal pueda canalizar proyectos e inquietudes de la comunidad y articular con el sector público. “Es una forma de trabajar en equipo, que la gente se sienta contenida y tenga sentido de pertenencia por su espacio”, analiza Celeste González, Presidenta Club Los Rosarinos Estudiantil.
“Si bien la vecinal tiene un espacio físico –en Iriondo 340- muchos de los integrantes son socios de este club. Somos parte de un todo. Estaría bueno que esto siga creciendo y se pueda replicar en otros barrios y así, de una vez por todas, hacer una ciudad totalmente sustentable”, se ilusiona Celeste.
